Diego Armando Maradona es prueba de que un artista también puede dedicarse al fútbol. Las canchas fueron su escenario predilecto pero distaron de ser el único. La misma velocidad de pensamiento que lo caracterizo como jugador la tuvo ante una prensa que se desvivía por sus magníficas ocurrencias.
Esta biografía visual no aspira a relatar una vida descomunal en su integridad, sino tan solo a rendir merecido tributo a un genio que no requiere el cortejo de la inmortalidad, recordando los clubes en los que desparramó su talento, pero también los muros y paredes de ciudades - desde Dublín hasta Buenos Aires, pasando por las ruinas de los que alguna vez fue en Siria - que hoy son engalados con su figura.
Decir Diego Armando Maradona es decir fútbol, pero también alegría y desparpajo. Decir Diego, para una nación completa, es decir mito, leyenda, dios. Decir Maradona, en Cualquier parte del mundo, es decir eternidad.